El niño Simón
Escrito por Henrik.
Para la fecha que Simón Bolívar Niño llega al mundo, Caracas no superaba los 40 mil habitantes, y como el resto de América, estaba dividida en
castas: indígenas nativos, negros esclavos, blancos nacidos en Europa,
blancos criollos, mestizos nacidos por la unión de blancos e indígenas,
mulatos por la unión de negros y blancos, y en su gran mayoría pardos
como producto de la mezcla generacional de: indígenas, blancos y negros.
Según la historia el Libertador en su niñez fue alimentado con gran cuidado y atención. Tomaba Leche fresca de la vaca que pastaba en el patio trasero; el arroz con leche condimentado con clavos y canela; los dulces de coco que preparaba la negra Hipólita; los esponjosos suspiros a base de huevo batido y papelón; el majarete; y el plato de fruta que nunca podía faltar con los jugosos nísperos que tanto gustaban a Bolívar Niño, constituían las meriendas que cada día saboreaban el Libertador y sus hermanos todas las tardes.
Mientras Simón comía la merienda, los otros niños, hijos de los esclavos de la familia Bolívar, aprovechaban para jugar con los soldados de plomo esparcidos en el patio.
Todo un contingente militar de figuras exquisitamente talladas en plomo que, desde España, Don Esteban Palacios y Blanco le hizo llegar a su sobrino, como regalo de su confirmación cuando Bolívar Niño cumplió siete años de edad.
Batallar con soldados de plomo, era el juego predilecto de Bolívar Niño, Pasaba toda la tarde planificando mil batallas, de a poco se moldeaba el carácter y el destino del hombre más ilustre de América Latina y Libertador de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Venezuela.
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